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Hay días en los que la esperanza vuelve a respirar. En los que la empatía, el compromiso y el amor por los animales se convierten en acciones concretas. Uno de esos días fue el sábado 1 de junio de 2024, cuando un grupo de colaboradores del Banco Patagonia llegó a El Campito Refugio para vivir una jornada de voluntariado que nos dejó el corazón lleno.

Durante toda la jornada, los “camperitos” –así llamamos con cariño a los más de 650 perros que viven en el refugio– recibieron atención, cariño y cuidados gracias a este equipo humano que decidió regalar su tiempo, su energía y sus manos para cambiar realidades.

Banco Patagonia en el Campito Refugio

Un día de trabajo, amor y compromiso

Desde temprano, las puertas del refugio se abrieron para recibir a los voluntarios del banco. Con sonrisas, guantes puestos y muchas ganas de ayudar, se sumaron a las tareas esenciales que hacen posible que el Campito siga funcionando día a día: desparasitación, colocación de pipetas, limpieza de espacios y preparación del tan ansiado arrocito calentito, ese plato casero que tanto reconforta a nuestros perros en los meses fríos.

Pero más allá de las tareas técnicas, lo más valioso fue lo intangible: las caricias, los paseos, los juegos, la conexión. Porque los perros, aunque no hablen nuestro idioma, entienden perfectamente cuándo alguien se acerca con amor. Muchos de ellos llevan años esperando una familia. Otros están sanando heridas profundas, físicas y emocionales. Y lo que vivieron ese día fue, sin exagerar, un acto de ternura colectiva.

Un puente entre mundos: el valor del voluntariado corporativo

Cuando una empresa como Banco Patagonia decide involucrarse activamente en una causa, está haciendo mucho más que una acción aislada. Está tendiendo un puente entre el mundo corporativo y las realidades sociales. Está diciendo: “somos parte de esto, no miramos para otro lado”.

Este tipo de jornadas no solo representan un alivio logístico y económico para organizaciones como la nuestra –que se sostiene con donaciones y voluntariado–, sino que también generan un impacto positivo en todos los involucrados:

  • Para los perros, significa recibir atención que quizás no podríamos brindarles ese día sin ayuda externa.
  • Para el equipo del refugio, es una recarga emocional, un recordatorio de que no estamos solos en esta tarea titánica.
  • Para los voluntarios, es una oportunidad de salir del día a día laboral, conectar con una causa real y experimentar de cerca el impacto de sus acciones.

El voluntariado transforma. Y lo hace en todas las direcciones posibles.

Gracias por sumarse a la manada

Queremos cerrar esta nota como cerramos la jornada: agradeciendo. Gracias a quienes se organizaron para venir. Gracias a quienes donaron tiempo, energía y buena voluntad. Gracias por cada pipeta colocada, por cada plato de arroz servido, por cada rascadita detrás de la oreja. Gracias por hacer felices a nuestros perros, aunque sea por unas horas. Porque ellos lo sienten, y nosotros también.

Esperamos que esta sea la primera de muchas jornadas junto a Banco Patagonia, y que otras empresas se animen a seguir su ejemplo. Porque cuando se trata de cambiar realidades, cada granito de arena cuenta. Y si algo nos enseñan los animales, es que el amor no se mide en cantidad, sino en presencia.