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Hace más de 15.000 años, un grupo de lobos decidió acercarse a los humanos en busca de alimento. Lo que comenzó como un intercambio de comida y compañía, terminó convirtiéndose en una de las relaciones más especiales de la historia: la del ser humano con el perro.

En los primeros capítulos de Campito Escolar, Lisa nos invita a reflexionar sobre este vínculo, cómo se construyó a lo largo del tiempo y qué significa hoy para nuestras vidas y las de nuestros perros.

De lobos desconfiados a perros que confían en nosotros

Lisa cuenta cómo aquellos lobos menos temerosos fueron acercándose cada vez más a las personas, recibiendo alimento y caricias. Con el tiempo, esa confianza mutua dio lugar a los primeros perros. La prueba de esa herencia está en algo que cualquiera puede observar: un perro desconocido que se acerca moviendo la cola, buscando contacto y caricias. Ese gesto es fruto de miles de años de historia compartida.

A diferencia de los animales salvajes, los perros dependen de los seres humanos para sobrevivir. Un perro en la calle suele terminar enfermo, desnutrido o accidentado. En cambio, cuando vive con un humano responsable, puede disfrutar de una vida plena, segura y con afecto.

Pero esta relación no es de un solo lado. Los perros también nos ofrecen compañía, protección y una conexión emocional única. Como dice Lisa: “Los perros son parte de la sociedad porque fuimos nosotros quienes impulsamos su evolución como especie”.

Hacer que los perros sean protagonistas de nuestra historia

El Capítulo II nos propone un desafío: ¿cómo lograr que nuestros perros sientan que estar a nuestro lado fue lo mejor que les pudo haber pasado?

La respuesta comienza por conocerlos de verdad:

  • Informarnos sobre su alimentación, vacunas, castración y cuidados básicos.

  • Observarlos en el día a día, reconociendo su personalidad única.

  • Darles tiempo de calidad, juegos, paseos y cariño.

El mundo desde la nariz de un perro

Un punto clave que remarca Lisa es que el olfato es la principal forma en que los perros conocen el mundo.

  • Al oler, descubren información sobre otros perros: edad, estado de ánimo, alimentación, salud.

  • El paseo no es solo ejercicio, también es exploración sensorial.

Por eso, es fundamental permitirles oler libremente y respetar su necesidad de contacto con otros perros. Convivir tantos años con nosotros llevó a los perros a desarrollar incluso un músculo que los lobos no tienen: el que les permite levantar las cejas y ponernos “cara de pobrecitos”. Esa expresión genera en los humanos ternura y ganas de cuidarlos. Esto demuestra hasta qué punto los perros aprendieron a comunicarse con nosotros y a despertar nuestro instinto de protección.

Para Lisa, el consejo más importante es este: “Si queremos que un perro sea protagonista de nuestra vida, necesitamos ponernos en cuatro patas, es decir, en su lugar”. Esto significa entender sus necesidades reales:

  • No tratarlos como objetos ni dejarlos atados en soledad.

  • Tampoco humanizarlos con zapatos o capitas como si fueran personas.

  • Respetarlos como perros, con sus instintos, su lenguaje y su manera de relacionarse con el mundo.

Una novela y un cuento

Nuestra vida, dice Lisa, es como una novela larga. La de los perros, en comparación, es más breve, como un cuento. Y depende de nosotros que ese cuento sea inolvidable. Que cada perro pueda vivir su historia acompañado, amado y respetado es la mejor manera de honrar esos miles de años de confianza que nos regalaron desde que dejaron de ser lobos para acercarse a nosotros.

Los perros son parte de nuestra sociedad, no solo porque conviven en nuestras casas, sino porque nosotros moldeamos juntos su evolución. Ellos nos eligen como refugio, y nosotros tenemos la responsabilidad de que esa elección valga la pena. En El Campito Refugio trabajamos todos los días para que más perros tengan la oportunidad de vivir ese “cuento” acompañado, feliz y seguro.