El 15 de noviembre de 2024, en el Salón Blanco del Congreso de la Nación Argentina, se firmó la Declaración Rioplatense de Derechos de los Animales. Fue un día histórico para quienes trabajamos —todos los días— por la dignidad, la protección y el bienestar de los animales. Y no lo decimos en abstracto: Campito Refugio estuvo allí como parte adherente, sumando su voz y su experiencia de más de una década de rescates, rehabilitación y adopciones responsables.
Esta Declaración es el fruto de un trabajo conjunto entre el Instituto de Derecho Animal de la Asociación de Abogados de San Martín (Argentina) y la Comisión de Derecho de los Animales del Colegio de Abogados del Uruguay. No nace de la nada: recoge la evolución del pensamiento jurídico y la evidencia científica sobre la conciencia animal —desde Cambridge hasta Nueva York—, y empuja un cambio de época que ya se veía venir: los animales no son cosas. Son seres conscientes con intereses propios que deben ser considerados por el derecho, las políticas públicas y por cada una de nuestras decisiones como sociedad.
En esta nota te contamos, de forma clara y directa, qué propone la Declaración y por qué la participación de Campito Refugio fue fundamental para que este mensaje llegue con fuerza a la comunidad rioplatense.
¿Qué es la Declaración Rioplatense de Derechos de los Animales?
Es un documento programático, suscripto en Buenos Aires y acompañado desde Uruguay, que reconoce el valor intrínseco de los animales y marca una hoja de ruta para superar definitivamente su trato jurídico como “bienes” o “cosas” todavía presentes en los códigos civiles. No cambia una ley por sí sola —no es un código ni una reforma—, pero instala estándares y compromisos que la comunidad jurídica, académica, política y social puede convertir en normativa, protocolos y políticas públicas concretas.
La Declaración se ordena en dos grandes bloques:
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Principios fundamentales: dónde nos paramos como sociedad frente a los animales.
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Garantías procesales: cómo hacemos efectivos esos principios en la práctica, dentro de los procedimientos administrativos y judiciales.
Y, algo clave: compromete a las instituciones firmantes y adherentes a difundir, capacitar y promover regulación acorde a estos principios. Ahí es donde organizaciones como Campito Refugio aportan un diferencial real: traducir principios en acciones con impacto cotidiano.
Los puntos centrales, en palabras sencillas
1) Hacia una nueva categoría jurídica
La Declaración parte de una premisa contundente: los animales son seres conscientes. Por eso, tenemos una obligación ética y jurídica de considerar sus intereses como individuos y de eliminar riesgos que afecten su bienestar.
2) Valor intrínseco y dignidad
Reconoce que los animales poseen dignidad y derechos a protección que no dependen de su utilidad para las personas, su especie o su “función”. El objetivo es superar la figura de “cosa” en los ordenamientos civiles y construir un marco integral de protección.
3) Prohibición de maltrato y derecho a una vida libre de angustia
El derecho a no sufrir malos tratos, crueldad o abuso, y a una muerte libre de angustia, aparece expresamente. No hay “excepciones culturales” que habiliten el maltrato.
4) Libertad de movimiento y hábitat adecuado
Los animales tienen derecho a su movimiento y a un hábitat que responda a sus necesidades físicas y emocionales. Esto incluye la protección de ecosistemas y la biodiversidad.
5) Un bienestar “integral”
El bienestar es físico y emocional. Reconoce la capacidad de sentir y la necesidad de evitar el estrés, el miedo y la ansiedad prolongados. Este enfoque integral debe aplicarse a todo animal que habite los territorios nacionales del Río de la Plata.
Las garantías procesales: llevar el papel a la vida real
Uno de los grandes avances de la Declaración es bajar a tierra qué significa proteger derechos dentro de expedientes y procedimientos:
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Acceso a la justicia: si un caso involucra a un animal, debe garantizarse la tutela efectiva de sus intereses.
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Representación legal amplia: no se ciñe a una figura estatal única. ONGs y asociaciones protectoras que acrediten interés —incluso simple— pueden representar a los animales.
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Instancia pública: los delitos contra animales deben perseguirse de oficio al llegar a conocimiento de la autoridad.
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Consideración del “sentir”: al decidir sobre vida, confinamientos y medidas que impacten en los animales, hay que contemplar lo físico y lo psicológico.
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In dubio pro animal: ante la duda, se prioriza la protección del animal.
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Custodia responsable: si se retira a un animal de su entorno, su resguardo debe darse en refugios, santuarios u hogares con altos estándares de bienestar.
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Daños propios: reconoce el derecho a reclamar e indemnización por daños y perjuicios sufridos en su propia persona.
Este último punto —que los daños al animal sean daños propios y no solo “al dueño”— es un giro que puede transformar la práctica jurídica y la evaluación de perjuicios en casos de maltrato, abandono o violencia.
¿Qué tiene que ver Campito Refugio con todo esto?
Mucho. Campito Refugio aparece entre las adhesiones de la Declaración. Pero no se trata de “sumar un logo” y listo. La incidencia real de Campito se explica por tres razones:
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Experiencia en el territorio
Campito trabaja donde duele: rescate, recuperación, rehabilitación, cirugías, tratamientos y adopciones. Esa experiencia demuestra —con casos concretos— por qué el bienestar es físico y emocional, por qué los confinamientos prolongados dañan, o qué implica una custodia responsable de verdad. -
Estándares de bienestar
La Declaración pide refugios y santuarios con altos estándares. El modelo de Campito —con protocolos de salud, socialización, enriquecimiento ambiental y criterios responsables de adopción— es coherente con ese estándar. No es teoría: es práctica que se ve, se audita y se sostiene. -
Puente entre derecho y ciudadanía
El texto habla de difundir y formar. Campito hace pedagogía social todos los días: acompaña adopciones, explica por qué castrar, cómo prevenir el miedo y la ansiedad, qué hacer ante el maltrato, cómo denunciar y qué políticas públicas necesitamos. Ese puente es vital para que una declaración no quede en papel.
Por todo esto, decimos que la participación de Campito fue fundamental: porque acerca la agenda jurídica al territorio, legitima los principios con evidencia cotidiana y ayuda a que más personas entiendan qué cambia cuando decimos “derechos para los animales”.
Por qué este hito importa (más allá del mundo jurídico)
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Le pone nombre a lo que vemos todos los días: que los animales sienten, que el estrés y el miedo importan, que el sufrimiento no es aceptable.
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Abre puertas para que ONGs representen a los animales y activen procesos sin depender de voluntades aisladas.
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Crea un lenguaje común para políticas públicas: custodia responsable, estándares de refugio, evaluación del impacto psicológico, principio in dubio pro animal.
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Empuja reformas necesarias en códigos civiles y procedimientos: salir de la categoría “cosa” y reconocer daños propios en animales.
Nada de esto reemplaza la acción diaria. Pero la potencia de un texto de consenso firmado en el Congreso es que ordena prioridades, da herramientas y eleva la vara para quienes diseñan y ejecutan políticas.
¿Y ahora qué? Compromisos y próximos pasos
La Declaración no se agota en la foto de la firma. Cierra con compromisos concretos:
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Difusión y aplicación de estos principios en todos los ámbitos.
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Impulso normativo para que los derechos reconocidos se conviertan en ley.
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Capacitación de abogadas/os en Derecho Animal.
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Trabajo articulado con organizaciones de la sociedad civil.
Desde Campito, esto se traduce en una agenda muy clara:
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Seguir visibilizando por qué los animales no pueden ser tratados como cosas.
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Promover custodias responsables y estándares verificables para refugios y hogares de tránsito.
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Fortalecer redes con abogadas/os, veterinarias/os, universidades y municipios para que los principios se vuelvan protocolos.
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Acompañar a la ciudadanía con información útil: cómo denunciar, cómo prevenir el sufrimiento, cómo adoptar responsablemente, cómo cuidar el bienestar emocional de perros y gatos, y por qué castrar salva vidas.
Un mensaje final desde Campito Refugio
Quienes formamos parte de Campito sabemos que cambiar una realidad exige tres cosas a la vez: ideas claras, manos a la obra y comunidad.
La Declaración Rioplatense nos da ideas claras y un punto de llegada. Nuestro equipo y voluntariado aportan las manos a la obra todos los días. Y vos —la comunidad que nos acompaña— sos la pieza que completa el círculo: adoptando, difundiendo, denunciando cuando hace falta, apelando a políticas públicas humanas y basadas en evidencia.
Por eso, celebramos este paso y te invitamos a sumarte:
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Leé la Declaración y, si la compartís, adherí desde el sitio oficial.
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Si querés ayudarnos a transformar estos principios en bienestar real, colaborá con Campito: con tu tiempo, tu saber o tu aporte.
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Si estás pensando en sumar un integrante a tu familia, adoptá responsablemente. Es la forma más hermosa de refrendar que los animales no son cosas: son alguien.
Un logro jurídico importa cuando mejora vidas concretas. La Declaración Rioplatense nos marca el rumbo; juntas/os, todos los días, lo hacemos camino.
👉 Podés conocer más y firmar la Declaración en su web oficial: Declaración Rioplatense de Derechos de los Animales.