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El ciclo organizado por el Instituto de Estudios de Derecho Animal del Colegio de Abogados de Bahía Blanca continuó con su segunda clase, donde se profundizó en la ética práctica, el concepto de círculo de la consideración moral y el debate sobre el especismo.

Ética vs. moral: ¿qué guía nuestras acciones?

Rita Rodríguez retomó el eje de la filosofía práctica y explicó la diferencia entre:

  • Moral: conjunto de normas, costumbres y valores heredados de la sociedad.

  • Ética: reflexión crítica que fundamenta si esas normas son justas o no.

La invitación fue a cuestionar lo “obvio”: que los animales sean considerados recursos para consumo, experimentación o entretenimiento. Inspirándose en Mosterín y ampliando con Rawls y Martha Nussbaum, se presentó la idea del velo de la ignorancia: ¿Qué reglas de justicia estableceríamos si no supiéramos de antemano en qué especie, género o condición naceríamos? La historia demuestra que los derechos se ampliaron de manera progresiva (mujeres, pueblos racializados, diversidad sexual). El desafío actual: incluir a los animales no humanos dentro de ese círculo.

Criterios de exclusión: ¿lenguaje, razón, alma?

Se repasaron los criterios más usados históricamente para negar derechos a los animales:

  • Lenguaje: descartado porque excluiría también a bebés o personas con discapacidad.

  • Razón/Inteligencia: arbitrario, porque la cognición no es homogénea ni siquiera entre humanos.

  • Alma: indemostrable, por lo que no puede ser criterio filosófico válido.

Cada justificación, al aplicarse con rigor, también dejaría fuera a muchos seres humanos. El concepto central de la clase fue el especismo: discriminación basada en la especie. Antropocéntrico: coloca al humano en la cima, legitimando la explotación animal versus No antropocéntrico: establece jerarquías entre animales (ejemplo: valorar más a perros o gatos que a cerdos o vacas). Este último se expresó en debates recientes, como la matanza de camellos en Australia frente a la protección de koalas: se justificó la eliminación de unos para salvar a otros, sin cuestionar la raíz humana del problema.

Bienestarismo vs. abolicionismo

Se introdujo la discusión entre dos posturas:

  • Bienestarismo: mejorar condiciones de los animales explotados (mataderos “humanitarios”, jineteadas con veterinario presente, etc.).

  • Abolicionismo: rechazar de plano la explotación animal, por considerarla incompatible con la justicia.

La industria ha cooptado el discurso del “bienestar animal” para suavizar la percepción social de la explotación. La pregunta quedó abierta: ¿mejorar el sufrimiento inmediato o luchar por la abolición total?

Lenguaje y naturalización de la explotación

Un eje clave fue el uso del lenguaje:

  • Decimos “animales de producción” o “de consumo”, invisibilizando que son seres sintientes.

  • Definiciones como “plaga” legitiman exterminios masivos.

  • Nombrar a los animales desde categorías humanas refuerza su cosificación.

Conclusiones de la clase

La segunda sesión dejó planteados dilemas urgentes:

  • Revisar los criterios con los que trazamos fronteras morales.

  • Reconocer que el especismo atraviesa tanto lo legal como lo cultural.

  • Decidir si nuestras acciones apuntan a un horizonte abolicionista o se conforman con el bienestarismo.

  • Recordar que cada decisión cotidiana —alimentación, consumo, lenguaje— es una forma de hacer política en relación con los animales.

El próximo encuentro se enfocará en ejemplos concretos de políticas públicas y educativas con perspectiva antiespecista.