La quinta clase del ciclo organizado por el Instituto de Estudios de Derecho Animal del Colegio de Abogados de Bahía Blanca estuvo dedicada a responder preguntas y profundizar debates sobre los marcos conceptuales que orientan la relación humano–animal. Se abordaron las tensiones entre bienestarismo y abolicionismo, los riesgos del enfoque de “Una sola salud”, el papel del lenguaje en la normalización de la explotación y los dilemas entre regulación y abolición en el activismo político y jurídico.
El marco del bienestar animal: ¿avance o trampa?
Uno de los ejes centrales fue el análisis del concepto de bienestar animal. Si bien aparece como un avance frente al especismo más crudo, los profesores advirtieron que en muchos casos funciona como un frame engañoso:
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Reconoce a los animales solo en función de los servicios que prestan a los humanos (compañía, trabajo, producción).
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Permite ocultar la explotación bajo la apariencia de “buen trato”.
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Legitima prácticas crueles al regularlas en lugar de abolirlas.
Se destacó que el lenguaje es parte del problema: hablar de animales de trabajo, sanidad animal o tenencia de mascotas refuerza su cosificación y su subordinación.
“Una sola salud”: la visión antropocéntrica
Se analizó críticamente el marco de “One Health/Una sola salud”, cada vez más promovido por organismos internacionales. Aunque sugiere integrar salud humana, animal y ambiental, en la práctica:
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Sigue colocando a los animales como vectores de enfermedades y factores de riesgo.
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Subordina su bienestar al objetivo de proteger la salud humana.
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No reconoce derechos propios de los animales no humanos.
Ejemplos concretos mostraron cómo esta visión se refleja en normativas de Uruguay y Argentina, donde el “bienestar animal” queda bajo áreas de higiene o bromatología, como si se tratara de un asunto sanitario y no de justicia social.
Lenguaje, marcos y carnismo
Siguiendo con la línea de la clase anterior, se profundizó en el rol del lenguaje y los marcos conceptuales:
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Carnismo: concepto de Melanie Joy que nombra al sistema cultural que normaliza comer ciertos animales mientras protege a otros.
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Referente ausente: idea de Carol Adams sobre cómo el término carne borra al animal concreto que fue asesinado, transformándolo en un objeto de consumo.
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Ejemplos: no hablamos de músculos de vaca, sino de bife; no de glúteos de pollo, sino de pata.
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Lo mismo ocurre en expresiones como cabezas de ganado, que invisibilizan individuos y los reducen a unidades económicas.
El debate mostró que el lenguaje no solo describe, sino que moldea la realidad moral y política.
Regulación vs. abolición: el dilema estratégico
Un punto álgido fue la discusión sobre si aceptar regulaciones bienestaristas es un retroceso o un paso necesario hacia la abolición.
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Riesgo: regulaciones pueden prolongar la explotación y dar legitimidad a prácticas crueles (ej. experimentación animal regulada).
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Oportunidad: en ausencia de regulación, los animales quedan aún más expuestos; una norma mínima puede salvar individuos en el presente.
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Se planteó la tensión ética entre reducir sufrimiento inmediato y perseguir el horizonte de abolición total.
La conclusión fue que no existe una respuesta única. El activismo requiere articular estrategias diversas y complementarias: filosóficas, jurídicas, políticas y culturales.
Filosofía, derecho y activismo: tensiones internas
La clase también abordó los conflictos dentro del propio movimiento animalista:
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Algunas corrientes filosóficas consideran que solo el veganismo radical es un camino válido.
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Otros sostienen que es imprescindible ocupar espacios jurídicos y políticos, aun desde la negociación y la gradualidad.
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Se advirtió sobre el “fuego amigo”: la descalificación entre activistas debilita al movimiento y fortalece al especismo.
Se coincidió en que el cambio exige pluralidad de enfoques:
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La filosofía marca horizontes y límites morales.
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El derecho permite intervenir en la práctica política y social.
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El activismo social y cultural genera indignación y presión pública.
Conclusiones
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El bienestarismo puede ser un avance parcial, pero también una trampa que oculta explotación.
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El enfoque de “Una sola salud” mantiene una visión antropocéntrica y especista.
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El lenguaje es un campo de disputa fundamental: lo que nombramos o callamos determina cómo percibimos a los animales.
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La tensión entre regulación y abolición no tiene una única solución; requiere análisis caso por caso.
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El movimiento debe evitar divisiones internas y reconocer que todas las luchas bien intencionadas son parte de un mismo frente emancipador.
La próxima clase se adentrará en el vínculo entre políticas públicas concretas y resistencias del sistema, con ejemplos normativos y sociales de la región.