Cuando Gabriel llegó al Campito, su estado era sencillamente desesperante. Flaco, pelado, con una herida terrible y una mirada de tristeza que podía doblegar hasta al hombre más fuerte. Pero Gaby no estaba listo para darse por vencido… Es que si hay algo que ellos nos enseñan, es a no rendirse jamás. Y así fue como nuestro gladiador renació como el Ave Fénix; fuerte, bello y cariñoso. Pero la historia de Gabriel no termina en el refugio, sino que después de tanto dolor y de tanta desidia, pudo, al fin, cerrar su círculo junto a una familia que supo darle la segunda oportunidad que tanto anhelábamos.