Cleo llegó al Campito extremadamente débil… Ya no tenía ganas de seguir viviendo. Estaba desnutrida, los gusanos le habían destrozado la oreja y tenía una infección urinaria terrible. Si bien, poco a poco, se fue recuperando, había otras heridas que serían más difíciles de sanar… Las del corazón, las que el maltrato y la indiferencia dejan caladas en el alma. Cleo era muy desconfiada y territorial. Pero Roxana, su tutora, trabajó muy arduo y fue ganando su confianza y su amor. Y así fue como después de tanto sufrimiento y de tanto dolor, nuestra Cleo encontró una familia que supo entender y respetar sus necesidades. Hoy, esta gladiadora, duerme en un hogar, cerrando así su círculo de rescate, recuperación y adopción.