Octavio es una de las tantas víctimas del maltrato y de la crueldad. Cuando llegó estaba destruido y con muchísimo miedo. Los golpes recibidos le habían ocasionado un glaucoma en uno de sus ojitos, el cual tuvo que ser extirpado ya que fue imposible salvarlo. Pero no sólo tenía lastimada la cara, sino que además tenía fracturadas dos de sus patas. Fue muy duro. Aullaba de dolor cada vez que intentábamos tocarlo. El miedo era tal, que los veterinarios recomendaron esperar que se tranquilizara para comenzar con el tratamiento. Pero atrás quedó tanto dolor, tanto maltrato, tantos golpes, tanto miedo… Logró superar el terror que le tenía a los humanos, logró perdonarnos. Pero la historia de Octavio no termina en el refugio… Una vez recuperado, nuestro luchador empedernido encontró una familia que decidió abrirle las puertas de su hogar, cerrando así su círculo de rescate, recuperación y adopción.