Benet tenía casi la totalidad de su cuerpo quemado. Uno se preguntaría qué tipo de ser puede ser capaz de cometer semejante atrocidad contra un perrito inocente. En este caso, la respuesta es: un vecino. Un vecino que, enojado porque Benet, ya viejito por ese entonces, había intentado montarse a su perrita, no tuvo mejor idea que quemarlo vivo. Gracias al accionar rápido de la gente de la zona, Benet fue atendido de inmediato. Fue un proceso largo y extenuante. Las curaciones, el dolor, la tristeza reflejada en sus ojos. Pero Benet no estaba listo para darse por vencido y jamás perdió las ganas de vivir. Poco a poco, comenzó a mejorar. Si bien siempre estuvo en una casa de tránsito debido a los cuidados especiales que necesitaba recibir día a día, Benet pudo ser llevado al refugio de visita en varias oportunidades para que sus madrinas y padrinos pudieran conocerlo. Fue con él que comenzaron las visitas, los mimos, los paseos, las tardes de sol en compañía no solo de Benet, sino de todos los camperitos que esperaban ansiosos una caricia. Y después de tanto esfuerzo y de tantos cuidados, llegó el día tan esperado… Benet se iba en adopción. Sus adoptantes pidieron, por favor, que no diéramos a conocer sus datos ya que temían una posible represalia por parte del agresor, quien casi fue linchado durante una marcha en la que participaron alrededor de doscientas personas. Con motivo de su adopción, y debido al pedido expreso de anonimato por parte de su nueva familia, organizamos dos fiestas de despedida en el refugio a las cuales asistieron muchísimas personas, entre ellas, varios de los que hoy son organizadores del Campito. Benet logró muchas cosas… Ayudó a crear conciencia, nos enseñó a nunca bajar los brazos y nos unió como grupo. Por eso y por mucho más queremos decirle gracias a nuestro amado Benet quien logró cerrar su círculo de amor, junto a una familia maravillosa dispuesta a darle todo para hacerlo feliz…